" Nuestros mellizos Amelia y Joaquín acudieron a casa de Cecibel entre los diez meses y los dos años y medio. Cecibel los trató desde el principio con mucho amor y comprensión, los cuidaba, los atendía y se adaptaba también a nuestras necesidades y requerimientos. Los ritmos de los niños eran respetados, comían y dormían a sus horas y, siempre que el tiempo lo permitía, daban un paseo por la mañana. Y si llovía mucho, pues hacían muchas actividades en casa (plastilina, dibujos, canciones).
Su casa es un hogar abierto, amable, agradable, donde se respira un ambiente familiar.
Al estar muy pocos niños se reduce el contagio de enfermedades. La comunicación es directa y constante: todos los días Cecibel anotaba en la agenda cómo habían comido, cuánto habían dormido, etc. y cuando pasábamos a recogerlos también charlábamos un rato sobre su estado general. Enseguida fue como dejar a nuestros mellizos en la casa de una amiga. Al margen de su profesionalidad sobresaliente, lo más destacable es el cariño, el amor, con que cuida y trata a los niños.
A día de hoy, casi dos años después de haber dejado la casa de Cecibel, seguimos manteniendo el contacto, los niños siguen viéndola a menudo y guardan un bonito recuerdo de aquellos días.
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